Localidad de Moreno // La vida de los comerciantes callejeros e indigentes no es sencilla. Se encuentra llena de conflictos y dificultados económicas que, generalmente, no son comprendidas y que inevitablemente perjudican su nivel de vida. //
Escribe Emanuel Aranarte* //
Día a día, son más las personas que se encuentran con dificultades financiaras y que como consecuencia, tratan de contrarrestar su situación por todos los medios posibles. Los mendigos y vendedores ambulantes son algunos de aquellos individuos que sufren esta situación, pero que tratan de seguir adelante en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Patricia Ordóñez, de 52 años, cuenta que vender medias en la estación es la única salida laboral que por ahora le queda. Comentó que en muchos de los lugares donde buscó trabajo, solicitan señoritas de edades no superiores a los 25 años. “En ningún lugar me quieren tomar con la edad que tengo, siempre buscan chicas jóvenes y lindas”, dijo con indignación Ordóñez.
Lo cierto es que un gran porcentaje de las personas que se encuentran vendiendo en la vía publica, sufren de discriminaciones (edad, color de piel, léxico etc.) las cuales no les permiten obtener un buen empleo con salario fijo. Por estas razones comienzan a realizar trabajos alternativos que les brinden soluciones a corto y mediano plazo.
En general, estos comerciantes callejeros suelen comprar sus productos en mayoristas para después poder revenderlos en la calle y así sacar la diferencia en sus productos. La venta es de total destino azaroso. Según Ordóñez, en ocasiones llegan a ganar hasta dos mil pesos por mes, pero en otras temporadas no recuperan lo invertido.
Por otro lado, vender en las veredas de la ciudad no es del todo fácil. Hay otros factores que intervienen en que los comerciantes callejeros no puedan vender sus productos con total normalidad. De acuerdo a vendedores ambulantes de la zona de Moreno, hay “jefes”, a los cuales se les debe pedir el espacio para poder instalarse en cualquier esquina que ese encuentre cerca de la estación.
Patricio Fernández, de 28 años, cuenta que la vida de vendedor ambulante es muy complicada, ya que en varias ocasiones, tuvo que enfrentarse a muchos de sus colegas quienes también buscan un espacio en lo que el llama la “jungla”. “En la mayoría de los casos si no tenés antigüedad te sacan de las esquinas como si fueras un perro; por suerte yo entré en este negocio con conocidos así que tan mal no la pasé”, mencionó Fernández.
Otro eje conflictivo de la venta callejera es la policía. De acuerdo con comentarios hechos por los mismos dueños de los locales que se encuentran en el centro de transbordo de Moreno, hay agentes que cobran el espacio a los vendedores ambulantes de la zona. Se dice que el precio estimado es de 20 pesos el día, en caso contrario que no se abonen, la policía confisca su mercancía y hasta a veces se llevan parte de ella.
Todas las críticas apuntan a la comisaría número 3 de Moreno. El comisario inspector de la seccional Roberto Venegas niega vinculación con la supuesta extorsión de los policías hacia los vendedores. “Nosotros lo único que hacemos es despachar aquellos puestos que no tengan un permiso municipal para que puedan ejercer la venta en la calle, todo lo demás rumores son mentiras”, declaró el Venegas.
Según habitantes de la zona, el sector donde generalmente suelen reunirse todos los vendedores ambulantes, es en la estación de la localidad de Moreno. Allí se juntan una gran cantidad de comerciantes para ofrecer a la venta algunos de los productos que tienen a su disposición. En su mayoría, son artefactos referentes a la música como Cds y Dvds y aparatos celulares. También hay la venta otras cosas, como por ejemplo, artículos para el hogar, juguetes, comestibles etc.
En el año 2008, el número de vendedores ambulantes registrados en la Municipalidad de Moreno es de 10.256 superando la cifra del año anterior que era de 8.648. Los distritos con mayor cantidad de vendedores ambulantes registrados son: Ituzaingo, Flores y Liniers.
En 2009, el número de comerciantes callejeros registrados ascienden cada vez más. En la Provincia de Buenos Aires se registra más 80.000, observándose un aumento del número de vendedores con respecto al año 2008. Este fenómeno se debe a la falta de empleos que radica en la actualidad Argentina.
La otra cara de la pobreza son los mendigos. Estos, ni siquiera se encuentran con capacidad monetaria para revertir su situación económica. María Valeije de 23 años, cuenta que no puede mantener a sus hijos con lo que el plan de trabajar le otorga.
Otros, optan por juntar y vender cartones. Claudio Romero, de 48 años, cuenta que todos los días se levanta a las 8 de la mañana para recolectar plásticos y cartones. “La búsqueda no es fácil, sobre todo si sabés que te vas a esforzar para ir atrás de algo que no es seguro. Igual no me queda otra, salgo todos los días a lucharla sobre todo por mis hijos”, dijo Romero con gran tristeza.
Claudio Romero afirma que las cifras estimadas de lo que se puede llegar a ganar en un día de recolección son de 30 pesos, pero hay ocasiones en que las recolección no llega ni a la mitad de la tarifa mencionada. “En este trabajo la gente no te ayuda, si vas a pedir algo a alguna casa te cierran la puerta en la cara”, acotó Manuel Romero hijo de Claudio.
Las situaciones de adversidad hacen que todos los días estas personas se levanten con la ilusión de poder revertir su destino. A pesar de luchar contra un sistema que no lo ayuda, continúan apostando a un futuro que por ahora les es incierto, pero que por el momento, parece ser la única salida por la que pueden escapar de la pobreza.
*El autor es alumno de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP, Extensión Moreno.
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