Escribe: Erik Campos* // Nota de opinión //
El acercamiento de la población entera a los espacios destinados a los libros y la comunicación social lleva consigo un espíritu propio muy importante en el sentido de comprensión y aprendizaje ciudadano. Cuando las expresiones y las ideas se ponen en juego, ahí es donde debe predominar el saber, la sabiduría, basándonos en la condición de que uno sí puede educarse realmente a través de la lectura y por ende, llevar esa práctica a cabo y asimismo, poder continuar el resto de su vida su propio proceso de aprendizaje.
Es evidente que la biblioteca tiene un desafío que vale la pena remarcar: el verdadero compromiso de garantizar la mayor cantidad de libros para despertar el interés y el entusiasmo de los jóvenes por las distintas áreas temáticas consignadas en el lugar hacia las diferentes clases sociales que componen la sociedad. Entonces, debería contar con múltiples oportunidades de libros para leer y aconsejar al respecto también, (que sería otro a punto a recalcar si se tiene en cuenta el papel que poseen los bibliotecarios de las Bibliotecas Populares para que esto funcione correctamente).
No cabe duda que, la formación lectora ayuda a construir seres reflexivos y críticos de lo que pasa a su alrededor sin que nadie le indique cómo ni de qué forma pensar. De lo contrario, el abandono de la lectura arroja como resultado, casi inevitable, consumidores sin ningún tipo de formación ideológica de lo que sucede en torno a él y bajo este punto de vista, esa no es la idea principal.
La lengua nos define y es nuestra propia identidad: lo que hablamos y cómo lo hacemos hasta las formas de gesticular. Del mismo modo somos lo que leemos y lo que no leemos. Como sostiene la autora de novelas y múltiples ensayos, Mempo Giardinelli, “la lectura exige el desarrollo de políticas públicas integrales, y a esa cultura aspiramos, que incluya la preservación y el fortalecimiento de la lengua (oral y escrito) como la más profunda y verdadera identidad de un pueblo”.
Por eso, “en materia de responsabilidades sociales nos encontramos tantas veces en desventaja, porque todavía, en nuestra democracia hay fuerzas persistentes en contra de la lectura, que son muy poderosas, como los Medios de Comunicación”. Por consiguiente, es importante destacar que las Bibliotecas Populares son parte de lo que quedó del patrimonio cultural y social de la Argentina. Y como tales son la parte del país que todavía conserva la posibilidad y el potencial de ayudarnos a confiar en nosotros mismos, en los mejores valores, en ser solidario y en la seguridad de que todos crecemos si algo crece.
De algún modo, -en palabras de la fundadora de La Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP), la Lic. María del Carmen Bianchi - construir este espacio es una tarea de todos para que hagamos el descubrimiento de una pertenencia extraordinaria. Sin lugar a dudas, la pasión por leer y escribir, es el único camino a perseguir para lograr la transformación social que soñamos.
*Alumno del Taller de Producción Gráfica II, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP. Extensión Moreno.Envío 117