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Este sitio es una creación del Taller de Producción Gráfica II (2009) de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP, para difundir las producciones de sus alumnos en la Extensión Universitaria Moreno.

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El legado de Néstor

Escribe: Hugo Mitetiero* // //

La inesperada muerte de Néstor Kirchner trajo al centro de la escena a los jóvenes. A los mismos que generalmente desde los multimedios se suele maltratar, a quienes se trata de apáticos, indiferentes, vagos o violentos, entre otros enunciados. Pero la plaza de mayo llena y la casa rosada minada de muchachos veinteañeros, cambió la ecuación que daba como resultado la desidia en la participación política de la juventud.
Si bien para algunos y algunas representantes de los medios hegemónicos la concurrencia a la plaza fue novedosa, para los muchachos y muchachas, encontrarse ahí no fue una sorpresa, es que suelen cruzarse en los barrios carenciados realizando trabajos sociales, en las asambleas de las Universidades haciéndose escuchar o en las marchas para poner el cuerpo como sucedió con la ley de medios. Esta movilización, también resultó novedosa, para un sector de la sociedad que no suele frecuentar esos ámbitos y que se informa a través de los medios opositores al Gobierno, que intentaron ocultar este fenómeno de identificación juvenil con el Kirchnerismo hasta límites insospechados.
Para un país que viene de a atravesar la peor crisis de su historia, aquella que estalló en el 2001 y comenzó fines de los `90, esta visibilidad de la participación joven es una gran noticia. Es que luego de la dictadura militar del 76, hubo una ruptura entre juventud/política que parecía irrecuperable. O por caso ¿no fue el menemismo quien saqueó a su antojo a la Argentina, instituyendo jóvenes pasivos, que a lo sumo manifestaban tibias críticas o preferían definirse en el lugar de la no política.

La primavera de los pueblos

La relación de los jóvenes con la política ha sido de idas y vueltas, si bien la participación de este sector, data de cientos de años atrás, había una edad determinada donde los hombres comenzaban a ser escuchados cuando hablaban de temas sociales y políticos, y no era precisamente en la adolescencia.
Pero es durante los años 60 cuando en nuestro país estalla una rebelión juvenil, influenciada por la revolución cubana, los avances en materia de justicia social que había logrado el peronismo y la mística que producía el exilio y la proscripción de su líder. Esta incursión de los jóvenes produjo, lo que algunos historiadores entienden como “la primavera de los pueblos”.
En ese tiempo la política significaba participación, radicalización de los cambios y la posibilidad de transformación a partir de la militancia, sentidos que darían como resultado la construcción de un país más justo. Eran tiempo que replicaban la esperanza de cambiar el mundo. De hecho los estudiantes del secundario hablaban de socialismo nacional y en las universidades se graduaban de forma académica y en militancia territorial.
También el estallido del cordobazo, daba muestras concretas, que nacía en la Argentina una juventud organizada que no se dejaba pisotear fácilmente
El obstáculo mas duro con el que lidiaron quienes vivieron esta época fue la fragilidad del sistema democrático, los golpes cívico-militares que interrumpían los gobiernos constitucionales ante cualquier gesto que molestara al establishment.
Un símbolo de esto fue “la noche de los bastones largos” durante la gestión de Ongania,, que culminó con la emigración de 301 profesores universitarios; de ellos 215 eran científicos y 166 se insertaron en universidades latinoamericanas, básicamente en Chile y Venezuela, otros 94 se fueron a universidades de los Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico y los 41 restantes se instalaron en Europa..
La década del 70 se caracterizó por el reclamo popular de la vuelta de Perón al país, los jóvenes se sentían cada vez más identificados con el líder .Era el estallido a Juventud peronista, la principal agrupación política de entonces, que además cumplirá un rol fundamental para la vuelta del ex presidente en el 73.
Pero la muerte del “viejo” dejó un gran grupo de jóvenes que no tenían conducción.
Esto provocaría el temor de los sectores económicos poderosos, quienes temían que se radicalice la semilla del comunismo. Es por eso que de allí en más empezaría un proceso de desguace de la juventud. Para eso, la oligarquía terrateniente y los militares, ejecutaron un plan de exterminio, económico y social, 30 mil desaparecidos, y un sistema económico que destruyó al país.
Luego de la recuperación democrática con Raúl Alfonsin, ya nada era lo mismo. No abundaban ni los centros de estudiantes ni los trabajos en las villas. El país festejó que no habría violencia, y la política era vista como causante de la misma.
Los jóvenes se abocaron mas a la cultura y el arte, las bandas de rock influenciaron a los chicos que terminaban el secundario y se daba la lucha desde otro lugar. Soda Estereo, Sumo, Los Redondos, inundaban las radios. Pero la lucha por cambiar el mundo, había sido guardada en un cajón. O pasaba por otros lugares ajenos a la militancia política.
La llegada de Carlos Menem en el 89 profundizó esta crisis con la política, y el neoliberalismo, acompañado por la ola globalizadora del imperio norteamericano, conformó un pueblo individualista y superficial al que solo parecía importarle progresar en la escala social. La palabra política era sinónimo de ladrón. La figura del Presidente frivolizó demasiado al militante político, y lo alejó de los sectores juveniles.
Que se vayan todos
La presidencia de Fernando de La Rua causó más de 30 muertes en la represión del 20 y 21 de diciembre en distintos puntos del país y una crisis sin precedentes en la historia. Lo que provocó la reacción de toda la sociedad, con la vuelta a las calles del pueblo, pero al grito de “que se vayan todos”, mientras se organizaban cooperativas, comedores comunitarios y asambleas. Se reclamaba un plan o un paquete de fideos y ya no se luchaba por la transformación del mundo.
Las muertes de Kosteki y Santillán, asesinados en el puente Avellaneda durante la presidencia de Eduardo Duhalde, era un incipiente símbolo de una nueva juventud que empezaba a surgir construyendo política desde las organizaciones piqueteras en los barrios.
En este escenario llega al poder Néstor Kirchner, mirado de reojo por todos. Era casi un desconocido, pero durante su mandato comenzó a tomar medidas que irían levantando a la Argentina de la crisis económica y social en que estaba inmersa. De a poco se iba borrando aquella famosa frase del “que se vayan todos”.
El proceso de acercamiento entre los jóvenes y el kirchnerismo fue lento pero cuantitativo y cualitativo. Durante la gestión de Cristina Fernández la afluencia fue aún mayor. La lucha contra las patronales del campo puso del lado del Gobierno a muchos que hacia tiempo o nunca habían vivido esta puja de intereses, con la oligarquía enfrentándose tan claramente al Gobierno Nacional. Lo mismo sucedió con la ley de medios, en la que se embanderaron sectores que hasta allí no compartían muchas cosas con el kirchnerismo.
Por último, la muerte de Néstor Kirchner terminó de demostrar que el proyecto nacional y popular encabezado por Cristina Fernández, tiene una adhesión importante de la sociedad y sobre todo de la juventud.
Muchos se desayunaron con la noticia, otros lo debieron asumir. Pero la mayoría solo lo confirmó. Este apoyo se puede explicar en muchas cuestiones: la lucha por los derechos humanos, la estatización de AFJP, el Fútbol para todos, la asignación universal, entre otras. Pero hay un hecho que lo grafica mejor; hoy a diferencia del 2002 se pide aumentos de salarios, no se reclama un plan social y en coincidencia con los 70, los jóvenes creen que se puede cambiar el mundo, con la ventaja de que en la actualidad hay una democracia fuerte que hace mas playo el camino.

*Alumno del Taller de Producción Gráfica II, Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP. Extensión Moreno.
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